Cuento Infantil- "Las botas rojas de Mateo"
Las botas rojas de Mateo
Hubo una vez, no hace mucho tiempo,
un niño llamado Mateo. Su nombre significaba “regalo de Dios” y ciertamente
era un regalo para aquellos que lo conocían.
Sí, es cierto que era un niño completamente normal, como todos los
demás niños del mundo, pero éste tenía algo especial. Algo que lo
hacía único e inigualable. ¿Sabéis qué era? ¿Os cuento el
secreto qué poseía para hacerlo tan distinto?
Está bien, os contaré el secreto:
A Mateo le habían regalado hacía unos meses unas botas, pero no
unas botas cualquiera, no. Unas botas de color rojo, tan llamativas,
que su madre no tendría problemas en perderlo de vista.
Mateo y las botas; las botas y Mateo.
Estaban siempre juntos. ¡Él no se quitaba sus botitas para nada! Si
quería jugar con sus hermanos, lo hacía con sus botas. Si hacía
falta ayudar a su madre a hacer la compra él iba con sus botas. A la
guarde, obviamente iba con sus botas. Todos sus compañeros quedaban
asombrados.
Todo lo hacía con sus botitas. Y a la hora de dormir... era una
pelea. Solo cuando estaba en un sueño profundo se le podían quitar.
Imaginaos sólo por un momento cómo olían esas botas... Pero a
Mateo no le importaba el olor, sabía con seguridad que le encantaban
y que estaban hechas para él y solo para él.
Pero una mañana de enero, en pleno invierno, cuando se estaba
preparando para ir a la guardería, al ponerse sus pequeñas botas
como cada día se dio cuenta que no podía introducir sus
piececillos en las botas. ¿Qué ha pasado? Se preguntaba él
con tristeza. ¡Pero si ayer me las pude poner! ¿Qué me ha
ocurrido? Fue entonces cuando, descalzo, acudió a su madre.
-¡Mamá, Mamá! -Gritaba por toda la casa intentado averiguar dónde
estaba su madre.- ¡Botas, botas! -Balbuceaba el niño.- Su madre,
cuestionándose para sus adentros qué es lo que le podía haber
pasado a las botas, las ojeó de arriba a abajo, observando con
delicadeza si tenían agujeros o tenía alguna piedrecilla dentro de
la bota. Al darse cuenta que nada de eso era le preguntó a su hijo:
¿Qué pasa Mateo? Él, angustiado por no poder ni saber expresarse
con claridad por su poca edad, le hizo una demostración a la madre haciéndole ver que le era imposible introducir su pequeño pie en la bota.
La mamá de Mateo comenzó a reírse y él, confuso por no entender, se quedó callado esperando a que su madre le diera una explicación
de por qué las botas no le dejaban meter su pie.
¡Mateo, cariño! ¡Te haces mayor! ¿Sabes? Estás creciendo. Día a
día creces y vas dejando de ser un bebé. ¡Es por eso por lo que
tus pies no caben en las botas! Las botas se quedan pequeñas, pero
tú no. Tú te vas haciendo grande poco a poco.
Mateo, agachando la cabeza, comprendió perfectamente lo que le dijo
su madre. Y con una sonrisa le entregó el par de botas. Se
dirigió a su armario, cogió unos zapatos que tenía guardados y los
estrenó.
Aquel día, Mateo se sentía tan
grande, tan contento, por haber dejado a un lado sus pequeñas botas,
que estaba rebosante de alegría y a todos le enseñaba sus nuevos y
grandes zapatos.
Y es que, a menudo, tenemos que dejar a un lado las cosas que se nos quedan pequeñas, las cosas que ya no nos sientan bien. A pesar del aprecio que le tengamos, muchas veces, lo más conveniente es dejarlas y no quedarnos estancados en ellas. Aprendamos de Mateo a superar etapas y a hacerlo con una gran sonrisa, siendo conscientes y sabiendo que forman parte de la vida.
Y es que, a menudo, tenemos que dejar a un lado las cosas que se nos quedan pequeñas, las cosas que ya no nos sientan bien. A pesar del aprecio que le tengamos, muchas veces, lo más conveniente es dejarlas y no quedarnos estancados en ellas. Aprendamos de Mateo a superar etapas y a hacerlo con una gran sonrisa, siendo conscientes y sabiendo que forman parte de la vida.
dejo una foto de las botas rojas de Mateo.
-Teresa
Me ha encantado la historia!
ResponderEliminarMuchas gracias!!! Síguenos por si publicamos más cuentos ;)
EliminarMuy bonito...
ResponderEliminarGracias guapa!! Ojalá poder escribir más cuentos así dentro de poco
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